sábado, 13 de febrero de 2021

Ventana de pandemia II

 Algo murió entre nosotras. Todavía no lo sé. Cruzo la línea hacia saber qué es. Disimuladamente se por qué, se que busco pero no me lo admito. Reírme de mi travesura me cuesta lágrimas. Le hablo a mi amiga por dentro, le pregunto por qué me ocultaste todo esto?. Descubro en su corazón a otro corazón que no sabía que existía. No sos quién me dijiste. Podés ser más cruel, podés ser más secretiva, podés fallar. Nunca jamás me lo vas a decir.

Lo perdí. Me perdí tu apertura en todos los sentidos. Me dejaste observando de lejos cómo te maquillabas pero no por qué. Me senté cada día estúpidamente con mi corazón en risas, en llanto, aburrido. Pero vos eras un muro delante mío. Por qué te seguí?. Por qué me volví tu madre, advininando tus gestos. tratando de complacerte con sorpresas un poco mediocres, gestos de amiga sin plata. Gestos de amiga que te veía sola. Gestos de amiga que entendía tu dolor.

Pero vos no estabas sola. Vos tampoco estabas conmigo.

Y de repente miré y estaba en una suerte de playa, había avanzado hacia un mejor destino. Pero vos nunca estuviste ahí. Es mi costo por remar relaciones. Es mi costo por idealizar una amistad por whatsapp. Es mi costo por remar cada silencio cruel tuyo, cada palabra cruel. 

Me miro al espejo y lo veo tan claro. Aprendí a que me traten mal. Qué clase de ser carente de amor soy que estoy queriendo que me quieran sin amor. Qué me hice?. A donde me traje?. A la casa de quién vine?.

Y te recordé ocultándote de todos tus vecinos. Cuando me dijiste que no podías recibir aunque nos daban me asombré, pensé cuánto amor te habrá faltado para que no sepas recibir. Y yo me colmé las manos de regalos de mi corazón sin entender por qué aunque a veces me los exigías yo no me sentía valorada.

Violé tu intimidad. Leí cosas que no debí leer. Se que me voy a doler a mi misma un poco más tarde o temprano pero necesitaba descubrirte. Quién era esa persona que sabía todo de mí y de la que yo ya no sabía nada. Por qué ya no sabía nada. Soy esta refugiada que me estoy sintiendo en mi vida? Será que todo es lástima para mí?.

Me sentí temblar de indignación. Y de atracción, de deseo, probablemente de amor. Salí corriendo. Por qué esperaba tanto de vos?. Por qué tantos años te necesité tanto y me pasaba horas esperando tus respuestas, conjeturando qué sentías, qué no decías. Pensando que quizás mi amor de amiga podía ponerle curitas a tu tristeza profunda.

Y en esa tristeza profunda fuiste cruel, fuiste dos o que se yo cuántas. Es que a las personas tristes hay que acompañarlas sin mimetizarse. Nunca supe ponerle límites a la empatía, lloro con los demás. Río con los demás. Pero me alarmé cuando tus ojos fríos no reían, no lloraban conmigo. Me pregunto hoy si te hice daño transitando mi tristeza, si activé algo malo o entré sola en algo que desconocía qué era.

Como sea te perdí. Sobre pasé límites tuyos y míos. Volví a mirar la casa y nunca fue mía, apenas tuve una visa ahí adentro y me pregunté cuánto me odiarías. Lo supe cuando leí esa nota, decías que jamás te fijarías en mí. 

Me dejaste con el corazón en la mano. Yo te estaba atormentando y me sentí la peor basura del mundo. Me enojé conmigo por haber caído en eso. Por creer que arruinaba algo que nunca fue en su esencia. Nunca fuimos amigas. Tiré cinco años a la basura por creer en una red social.

Qué tonta, no?

Aprendí que el darle de comer a alguien puede ser maltrato si no se le trata con dignidad. Nadie merece que le falte un plato de comida pero ni toda la comida justificó mis labios pálidos después de que me pediste que me fuera. Me dormí dentro de mi misma para soportar volver a lo mismo. Me encontré confundida por cómo cambiabas la interpretación de los hechos y me tiré al suelo a existir sin nada ni nadie más.

No podés arreglar el mundo. No se puede hacer nada por otro, me dijo mi psicóloga al final. Entonces te solté, a vos, a tus traumas, tus tristezas, lo que no me mostraste y lo poco que sí. Lo solté todo.

No puedo saberlo todo. No podía hacer más que lo que hice cuando no podía conmigo. Me dijiste que sabías que estabas siendo cruel y lo hiciste igual. Supongo que ese fue el final, ahi. Es duro cuando sabés que no fuiste amada.

Ya lo sabías, por supuesto. Quién se ríe de cuando te ve llorando?!

No sé quién sos. Pero me perdono, vos tampoco lo sabés. Y algo en mi herida arde cada tanto por no poder explicarlo.

Afuera la gente se lanza incrédula al virus. Se bajan los barbijos. Se burlan de las familias que desaparecen por covid y todo es tan raro adentro como afuera.

Fue la última vez que te vi ese día que fuí a buscar mis cosas. Eras otra que no sé quién es. 

Yo también soy otra.

Quise contarle a él, a mi chico este gran viaje en el que estoy inmersa después de él y no encontré las palabras de la criminal para hablar. Todo me inculpa. Por ser puta. Por sentir. Por tener sexualidad. Me estoy hechando las culpas habidas y por haber. Simplemente desearía hablar y decirle este es mi corazón roto, entendelo.

No lo hice. Generalmente cuando alguien se merece escuchar la verdad no la decimos y empiezo a sentirme como vos. Como si tuviera algo que ocultar.

Estoy ocultando mi corazón y mi verdad, mientras averigüo cómo cuidarlos para que no los dañen. Estoy parada en un velatorio múltiple y ahi hay muchas personas de mi confianza muertas. El covid no llegó a ninguno y sin embargo me pregunto cómo un año pudo llevárseme a tanta gente.

Mi grupo de terapia tuvo que decir de quiénes están rodeadas para soportar. Lo pronuncié sin llorar: yo me tengo a mi misma.

Me tengo a mi misma.

Es lo único que podemos tener. El resto son de la vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario